sábado, 19 de enero de 2013

Un ''superhombre'' hundido

Hace tiempo, cuando apenas tenia 4 o 5 años, creía en un hombre.
Un hombre capaz de subir a los más alto y llegar el primero, dejar a todos atrás, capaz de ganarlo todo, sin rival sobre las dos ruedas, luchador como nadie.
Ese hombre era Lance Armstrong, el siete veces ganador del Tour de Francia, y una medalla olímpica.
Le veía subir, mostrar la cara de  rabia y esfuerzo al superar a un rival, enseñando los dientes, marcando todos los músculos del cuerpo, dejándose la piel. Le apoyaba a él por encima de todos.
Recuerdo que mi familia me preguntaba: ¿Cuál es el tuyo?, y le contestaba orgulloso : ¡Armstrong, el de amarillo! Con pósters por la habitación, todas las revistas en las que daban la más mínima noticia sobre él guardadas, como si fueran de oro.
No me perdía una sola etapa del Tour, no me movía del sillón en las 2 o 3  horas finales de la  etapa, viendo la 2.
Todavía recuerdo la etapa de su último Tour ganado, en una crono por equipos,después de superar un cáncer.
Años después, volvía a ver a Armstrong subido a un podio, junto a Alberto Contador, con un Armstrong sonriente de oreja a oreja.
Todo esto se desvaneció una tarde de Octubre del 2012, cuando ví asombrado en un periódico la noticia de que  se había dopado.
Al principio no lo creía, le defendía, pero una vez la noticia empezó a resonar más, empecé a darle vueltas, y el remate fueron sus declaraciones y las del presidente de la UCI en aquellos años.
Le abandonaron sus patrocinadores, su fundación Livestrong se vino abajo....
Y hace sólo dos días, su confesión.
Un jarro de agua fría ya esperado. Con sólo tres palabras revolucionó el mundo del deporte :''Sí, me dopé''.
Ahora mismo sólo tengo una opinión sobre él: Mentiroso de mierda,  que no daba oportunidades a quien de verdad se lo merecía.                                                                                                                  

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