Una avería que me hizo volver a casa en coche tras una salida en la que no me encontraba el punto fue la chispa. Más tarde, problemas de desánimos harían el resto... Necesitaba desconectar.
Arreglé la bici, pero no porque tuviera esas ganas que siempre aparecen cuando la máquina está enferma y no la puedes tocar, sino porque me gusta la mecánica.
Tras una larga charla con ''mi psicóloga deportiva'' Yolanda me hizo seguir adelante ''a ver cómo terminaba esto''. Me convenció para ir a la nocturna de Villafranca, pero al final no les acompañé. Me fui de vacaciones, que falta me hacía olvidarme de todo unos días.
En apenas dos días pasé de no querer montarme en la bici a tener mono. Un par de clases de spinning ayudaron a recuperar las ganas, y cómo no, el echar de menos a los compañer@s inseparables en cada ruta.
Una semana después, vuelvo renovado, con más ganas de rodar, y cómo no, de disfrutar con los compañer@s sobre la bici. Eso si, todavía un poco quemado...
